Todo en
nuestra sociedad está dividido. Se ha calculado “perfectamente” lo que entra en
lo correcto y lo que entra en lo incorrecto.
Sin
embargo, quienes deseaban crear un equilibrio provocaron un caos. Un terrible
caos que nos ha separado uno de otros.
Lejos de
nuestras creencias, esa supuesta clasificación que era prioritaria en el
beneficio de otros, ha creado una barrera gracias a los mismos.
Creo en lo
siento, en lo que veo y en lo que puedo comprobar. ¡No hay tal exactitud!
Y
hemos caído en esa clasificación tan mal, que sentimos que desplazar es
cuestión de nuestro beneficio. Es un círculo vicioso acerca de ser desiguales
porque queremos anteponer nuestras creencias a costa de lo que sea, y en ello
incluyo el verdadero vivir de terceros.
Es como si
fuéramos una maquina en busca de lo que “si” está dentro del código para la
misma.
Creemos que
la limitación la forman otros. La realidad es que empezó en la ignorancia, y
por miedo a ser seres pensantes y
sobretodo humanos, nos conformamos con aceptar lo establecido y no tomamos un
impulso para formar una sociedad en donde cada rincón sea de todos, y no de
unos pocos que se establecen como “socialmente aceptables”, estos aptos para el
desarrollo. Y los “socialmente desplazados”, rechazados por carecer de lo que
“se necesita”.
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