Decía Platón:
“Todo aprendizaje tiene una base emocional.”
¿Qué tan
cierto es esto? Y no habría porque rebatirlo, ya que esto es cierto. Se me ocurrió
hablar acerca de nuestra inteligencia y de donde proviene realmente esa
inteligencia empírica. La inteligencia empírica se basa en la inteligencia
emocional. Es y siempre resulta de ello.
“Empírica”
es una manera de llamarla en términos mundanos, como es ser las experiencias de
nuestra vida.
Hay muchas
maneras de las cuales se puede abordar el tema de la inteligencia, y sobretodo
hablar del nivel de inteligencia que poseemos. No es realmente mi estilo juzgar
la inteligencia académica. Hay quienes creen que se trate de individualismo, y más
no recuerdan que ésta se desarrolla por cuestión de convicciones, enseñanza e
iniciativa. Ven a esos alumnos ejemplares como si no pudieran llegar a sus
calificaciones, ¡Qué va! Si lo académico se encuentra en tus manos. Se alcanza
tanto como se desea en este plano de la inteligencia.
Mientras más
te nutres de conocimiento, vas a abarcando más ramas en tu vida. Y el aspecto académico
te brinda esa posibilidad de nutrir tu mente a medida que avanzas, y eso que a
veces no soy tan partidaria de decir que uno debe aprender a medida que crece.
En lo académico, se puede aprender en el momento que el mismo individuo lo
desee. Es ideal que nos motivemos por aprender cada vez más. Ya sea en tu rama
o en aquello que te atrae.
En cambio,
la inteligencia emocional posee algunas características similares. La más
interesante, es que la inteligencia emocional también se adquiere si así se
desea. No sirve de nada que la experiencia te demuestre tanto, si después correrás
a cometer el mismo error. La inteligencia emocional es más compleja y ruda. O
la tomas o te seguís equivocando mil veces. Se toma de la mano con la realidad,
y tiene una íntima relación con tus decisiones.
La
inteligencia academia carece de esto, porque por mucho de que sepas adquirir
conocimientos, será de la inteligencia emocional posible que sepas sacarle
provecho a todos conocimientos. Así que, evaluemos menos la inteligencia desde
el aspecto académico.
Mi enfoque
se basa en que te definís por tu perspectiva a nivel emocional, y si esta se
basa dentro de un motivo, una razón e impulso de ser lo que es, podríamos hacernos
llamar personas inteligentes.
Ser
inteligentes no significa que nos vamos a cometer un error. Cometer un error no
dejaría de un lado tu inteligencia, porque esta inteligencia se rige por los
mismos errores y las mismas situaciones que inesperadamente ocurren. Véase lo
interesante que es esto, y que realmente no tiene sentido cuando decimos que
somos estúpidos por algún motivo. Si no lo viviste, ¿Cómo controlar una futura reacción?
Ya diferente es cuando preferimos dejar nuestra inteligencia adquirida por
misma tontería de volver al mismo plano.
A esto yo
le llamaría la gran parte de la ignorancia del ser humano. Y no solamente se
trata de que se permita a si mismo cometer los mismos errores mil veces; sino
que se permite ser manipulado e influenciado por aquello que esta fuera de sus
convicciones. Si fuera una persona inteligencia, no se dejaría manipular.
Claro, refiriéndome a un adulto o un joven, no a un niño que apenas aprende a
vivir, de las personas y sí mismo.
Esas
manipulaciones han llevado a nuestro mundo en el sitio en donde está.
Decisiones egoístas, sin profundizar otros planos y otras mentes; se llega a
esa incapacidad de entender más de lo que ya el mismo se ha creído es verídico.
Esa falta de inteligencia de defender su convicción y de ser débil en el lado
espiritual, nos lleva a grandes errores que más que ser interiores, se exteriorizan
cada vez más.
¿Ya ven a
lo que me refiero? Y aquí la inteligencia es más grande que la voluntad y el
miedo. Siempre culpamos al miedo de no actuar; a la voluntad que según uno
mismo, siempre se encarga de retraernos y de un sinfín de motivos de los que
nos escudamos. La realidad es otra: la inteligencia emocional, de esa que
aprendiste tal cual te mueve o te retiene.
Actuemos
con inteligencia, no por miedo y no por inseguridades. Actuemos porque ya
tenemos una convicción y un fundamente que en nuestro yo nos dice: “Esto es lo
que sé, lo que defenderé y lo aceptare”. No vas a conformarte siendo una
persona con convicción y perspectiva; mucho menos te dejaras llevar por ideas
que están fuera de las tuyas por simple razón de aventurarte.
La aventura
la conseguís mediante tu convicción, y te aventuras por lo que sabes debes
aventurarte. Y si apenas aprendes lo que aventurarte, adelante. Es válido que
te aventures si lo desconoces, pero no si lo conoces. Esa es la diferencia
entre el ser primerizos y no serlo. El no serlo indica que lo que sigue es
debido a que así lo decidiste, y que nadie pero nadie estaba ahí en tu mente diciéndote
qué hacer. Una vez actúas al no ser primerizo, se supone actuarás por
inteligencia.
La
inseguridad es normal dentro de la inteligencia, así mismo la preocupación. La
persona aun dentro de su inteligencia las siente, porque ya vivió y sabe lo que
aquello fue. La diferencia es que si te dejas dominar por ambas, quizás no actúes
inteligentemente. Influye mucho la psicología en nuestra inteligencia.
Es por eso
que todo esto, les intento decir que sigan moviéndose mediante sus
experiencias, sin dejarse llevar por lo que no conocen a ciencia abierta; y
mucho menos juzguen sin ningún fundamento que no conlleve un punto lejos del
hecho de criticar y porque tu convicción no te permite ver más allá. Aun y que
tengas convicciones, no actuarias inteligentemente estar en contra de lo que no
te atreviste a darle una entrada y conocerlo.
Esto se
aplica en la vida y pueden percibir que es así. Así que, seamos más inteligentes
en esta vida. La inteligencia no es lo que ha ocasionado grandes desastres a
nuestro alrededor; ha sido la misma ignorancia y necedad de no pensar. Esto es lo que realmente mide tu nivel de inteligencia.
¡Feliz
noche!
No hay comentarios:
Publicar un comentario